Por fin llegan mis días de descanso. Este verano necesitaba calma, necesita pausa, necesitaba naturaleza y necesitaba sobre todo pasar tiempo con los míos sin la sensación de que, cada hora que les dedico a ellos, se la robo al trabajo.
A las que nos gusta mucho nuestro trabajo tenemos un pequeño problema y es que tenemos que “obligarnos” a parar. Porque la cabeza también necesita de ese descanso que nos ayude a continuar. Y porque por supuesto, los nuestros también merecen nuestro tiempo, nuestro mimo y nuestros días sin reloj.
Así que, este verano hemos decidido hacer algo diferente, un vuelo de avión al norte de Noruega, un coche de alquiler, unos cuantos alojamientos reservados por aquí y por allá y hacer millas. Un road trip sin prisas, disfrutando de nuestra compañía, así sin más.
¿Y qué nos deparará? Pues ya te lo dio yo, habrá momentos de ágil y apasionada conversación, habrá momentos de subir el volumen y cantar a voz en grito por desérticos parajes y habrá también maravillosos silencios, cada uno con el nuestro que nos conectarán de nuevo con nuestras profundidades más íntimas.
Quizá a alguno, esto les de vértigo, o les parezca un rollo; a mí, que paso poco tiempo con mi pareja porque ambos trabajamos mucho, no hay nada que me apetezca más. Este año sí.
Así que este verano cambio el jolgorio del crucero, los bailes, las excursiones, los grandiosos shows y la adrenalina de las mantas raya y las tirolinas, por carreteras solitarias, rodeados de fiordos, de montañas, de lagos y paisajes árticos bajo una luz veraniega resplandeciente.
Cambio las cenas de tiros largos y labios rojo carmín, por las sopas calientes a la llegada a los alojamientos, la mantita y un buen libro mientras quizá veamos un espectacular atardecer. Ya me estoy viniendo arriba con las expectativas jajajaja. ¡Si es que no tengo remedio! Pero… ¿Y lo bien que me lo paso?
En cualquier caso, sea lo que sea lo que nos deparen esas tierras nórdicas, os deseo a todos una feliz semana.
Hasta muy pronto.
Lucía Galán Bertrand | Pediatra y Escritora