Llega el momento de volver al cole. Esta semana entre forrar los libros, reajustar horarios y revisar armarios, hemos estado entretenidos.

Mientras tanto en la consulta ya habéis sido unos cuantos los que me hacéis la misma pregunta:

¿En qué debo fijarme a la hora de comprarles zapatos a los niños?

Y aunque a priori os parezca una pregunta insignificante en la consulta de un pediatra, lo cierto es que cada año, llegadas estas fechas, me la hacéis. Así que vamos repasar cuatro conceptos muy sencillos que debéis conocer.

  • El calzado ha de ser cómodo, flexible y el niño debe estar a gusto con él. Para ello debéis tomaros vuestro tiempo y probárselos. ¡Cuántas veces por las prisas no se los he probado a mis hijos y luego me ha tocado volver a la tienda! Deben probarse los dos, el izquierdo y el derecho, ya sabéis que puede haber variaciones mínimas de un pie a otro. El niño debe estar cómodo al caminar. Mete el dedo en la parte posterior del zapato, en el talón; conviene que entre sin problema.
  • ¿Cómo sé si es flexible? Es muy fácil. Coge el zapato y dóblalo de tal manera que intentes juntar la puntera con el talón. Debe poder flexionarse sin problemas. Huye de todo aquel calzado que la suela sea tan dura que te impide hacer este movimiento, tal y como muestra en la foto (por muy bonito que sea… ¡fuera!)
  • La horma del zapato debe adaptarse al pie de cada niño. Los más pequeños tienen la planta mucho más ancha, lo habréis notado. Y muchos niños hasta los 2-3 años aún tienen el empeine gordito, como si fuesen bebés. Así que pruébale el zapato. Este ha de entrar a la primera, nada de forzar. Si no entra a la primera, no es el zapato adecuado (Fus, fus… a otra cosa mariposa)
  • Busca un zapato que aporte la máxima transpirabilidad al pie, con ello evitaremos que sude el pie. Y para ello el calzado ha de ser de piel. No os aconsejo que compréis calzado con revestimiento de plástico, muchos de ellos los venden como “lavables”. El pie no transpirará y la sudoración en exceso aumentará el riesgo de presentar hongos, lo que más comúnmente llamamos “pie de atleta” o tiña pedis. En las tiendas podemos encontrar zapatos lavables con 50% base de piel y 50% cubiertos de plástico, donde la composición indica que son piel, pero en realidad no lo son completamente por lo que no es lo más saludable para el pie.
  • Y por último, un consejo de madre: Para mí es un requisito indispensable sobre todo para mi hijo que es un futbolero empedernido y chuta todo lo que encuentra en el suelo, que la punta esté reforzada. Parece mentira como algo tan sencillo hace que te duren los zapatos unos cuantos meses más. (oye, que la pela es la pela)

Y para acabar y poner un poco de pediatría en el post de hoy:

¿Cómo sé que tiene hongos en los pies?

El pie de atleta o tiña pedis es una infección superficial de la piel de los dedos de los pies causados por hongos filamentosos denominados dermatofitos. No es una patología muy frecuente en la infancia aunque la vemos con más asiduidad en los niños más mayores y adolescentes.

Hay 3 formas clínicas:

  • Tiña interdigital: la más frecuente con diferencia. Aparecen unas grietas, con descamación entre los dedos y maceración. Se quejan de picor (prurito) 
  • Tiña vesiculosa: frecuente en épocas de calor. Se observan múltiples pequeñas vesículas con un picor muy intenso en el arco plantar.
  • Tiña crónica hiperqueratósica: es la forma en la que evolucionan las otras dos. Observamos toda la planta del pie descamada, seca con aumento de los pliegues de la piel.

Respecto al tratamiento, vuestro pediatra os recetará antifúngicos en crema o en polvos y os recomendará huir de zapatos de plástico, humedades y mantener el pie al aire el máximo tiempo posible.

Y lo más importante como casi siempre en medicina: la prevención. Mantener el pie seco, utilizar calzado transpirable y usar calcetines de algodón es clave para evitar estos molestos visitantes.

¡Feliz vuelta al cole!

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