• Lucía, estoy preocupada porque Marta es una niña diferente de las demás.
  • ¿A qué te refieres con “diferente”? Todos somos diferentes
  • Pues que la veo… ¿cómo decirlo? Negativa. Siempre se pone en lo peor. ¿Puede ser con tan sólo 7 años?
  • Puede ser, sí. ¿Siempre ha sido así o has observado algún cambio en las últimas semanas?
  • Siempre ha sido así. Es una “cenizas” y yo… yo pierdo los nervios. ¡No puedo con ella! Luego me siento fatal, claro. Ya no sé qué hacer.

¿Hay niños más optimistas que otros? Por supuesto que sí. Partimos de la base de que cada niño, al igual que cada adulto, somos de una manera diferente. Eso no nos hace ni mejores ni peores personas; sin embargo si aprendemos a conocernos, aprenderemos también a limar nuestras asperezas. Y no lo haremos para ser igual al resto, sino con un claro objetivo: ser más felices.

Con nuestros hijos debemos hacer igual.

Tan importante es enseñarles a comer de todo, como enseñarles OPTIMISMO.

Y yo de esto soy plenamente consciente desde el primer momento en el que tuve a mi hijo en brazos. Está demostrado que las personas optimistas tienen la autoestima más alta, tienen más autonfianza, más resiliencia y por supuesto, son más felices, que es de lo que se trata ¿Verdad?

Niños-optimistas

Si tu hijo es negativo y tiende a ver el vaso medio vacío, tienes una responsabilidad muy grande: darle todos los recursos y herramientas para convertirle en una persona optimista y feliz.

  • Yo es que acepto a mi hijo como es. No intento cambiarle. – escucharás frecuentemente.

Sin duda. Nuestros hijos no son nuestros moldes sobre los que debamos esculpir un mini yo a nuestra imagen y semejanza. Su manera de ser y de sentir es tan válida como la tuya y esto has de respetarlo. Pero si sabes, y ahora ya lo sabes, que tu hijo no goza de grandes dosis de optimismo, es tu responsabilidad enseñarle a llenar ese vaso de momentos, experiencias, olores y sabores inolvidables.

Esta tarde mismamente mientras abría el paquete de jamón de jabugo que había comprado para la cena de Nochevieja, le dije a mi hija:

  • Cariño, ven, ven, corre.
  • ¿Qué pasa mami?- me preguntó intrigada.

Abrí del todo el paquete de jamón, lo moví un poco en mis manos, lo acerqué a su naricita y le dije:

  • Hmmmmm estimula tus sentidos: ¡Huele!

Ella empezó a reírse, pero al olerlo dijo:

  • Hmmm mami, ¡qué bien huele! Y además fíjate: ¡si cierras los ojos huele más aún!

Así que yo le seguí el juego, cerré los ojos y olí tan intenso como pude, de hecho casi me caigo al suelo. Finalmente terminamos las dos muertas de risa en la cocina.

La risa. Ríete. Ríete con tus hijos siempre que puedas. Qué importante es el sentido del humor. Invítales a que te cuenten chistes. Son malísimos, lo sé, pero finge un poquito y ríete como si tuvieses a los mismísimos Martes y 13 cenando en tu comedor.

Mis hijos tienen una amiguita en la urbanización que cada vez que viene le gasto la misma broma. Le hablo en islandés; bueno, en mi islandés particular.

  • Hola Irene, ¿aquieoinmnksjfh jhdoqwh kadhoiq ,kajdqir lkjadp?

La niña inclina su cabeza, abre la boca como enseñándome los colmillos, frunce el ceño y dice:

  • ¿Qué???
  • Te digo que si klhdfoi lkjvowiu4 lkjfoiehoie lkjoiwu ñldjgior??

Mis hijos en ese momento con una mano se tapan la boca, con la otra se sujetan la barriga mientras los ojos se les inyectan en lágrimas. Yo mantengo el tipo fenomenal y la pobre Irene siempre, siempre, siempre pica. Podemos estar así varios minutos hasta que uno de mis hijos rompe en la más sonora de las carcajadas.

AsombroPotencia el sentido del humor. Ellos son lo que ven. Son grandes imitadores. Si eres optimista, ellos lo serán.

Si tu hijo está muy negativo con respecto a un tema en concreto, no le riñas, no le sermonees. “No me sueltes un salmón, ¿eh mamá?”- me dijo mi hijo en una ocasión.

Espera a que se le pase un poco el bloqueo y proponle algo que se le dé bien. Un pequeño logro o un éxito le hará coger confianza y energía para afrontar nuevamente el reto del que él no se cree capaz de superar.

Yo esto lo pongo en práctica con los deberes. Nunca empezamos por lo que peor se les da, se desaniman mucho. Mejor empezar por sus puntos fuertes. ¿A quién no le pone las pilas empezar el día con una palmadita de tu jefe, con un diagnóstico brillante, con una venta estupenda, con una operación exitosa o simplemente con un reconocimiento a tu labor?

Me teníais que haber visto el día siguiente de recibir los premios Bitácoras en la consulta, estaba como una moto. Salía a la salita de espera a llamar a los niños cantando por bulerías. Mis pacientes me tocaban y les transmitía electricidad, jajaja.

No olvides que los niños aprenden fundamentalmente de lo que ven; sobre todo cuando son pequeños. De poco sirve que les des lecciones de psicología positiva si luego no lo llevas a la práctica en casa. Ellos sacan sus propias conclusiones tras observarmos detenidamente cómo resolvemos nuestros conflictos, como nos comportamos en nuestro día a día.Cuídate, quiérete

“No te preocupes porque tus hijos no te escuchan, te observan todo el día” – decía la Madre Teresa de Calcuta.

 

Sonríe. Sonríe siempre. Sé amable. Enseña a tus hijos el poder de la sonrisa, de él os hablaré en mi libro (ya queda menos, el 1 de marzo está ahí!). Enséñales la importancia de ser amable con los demás. El sonreír y el ser amable no solo tiene un potente impacto sobre la persona a la que le estás regalando tu energía, sino sobre ti mismo, es una sensación de paz absolutamente revitalizante ¿Verdad?

Aprovecha cualquier oportunidad que tengas con tus hijos para contarles historias divertidas, que de penas ya vamos servidos. Hazles preguntas del tipo:

¿En qué momento te reíste hoy en el cole?

¿Cuál fue el momento más divertido del día?

¿Quién es la persona que más te hace reír en el recreo?

Os sorprenderéis con la cantidad de cosas que os cuentan.

Enséñales a disfrutar de la música. Cuando te guste una canción compártela con ellos, cantad juntos y hazlo como si no hubiera un mañana. Hace mucho tiempo que en el cajón de los cubiertos no guardamos cucharas sino micrófonos improvisados. Haced la prueba. Esta mañana yo misma, con cuchara en mano me convertí en Tina Turner (¡pobres vecinos!), mis hijos no tardaron ni 3 segundos en coger su “micrófono” del cajón y hacerme los coros.

Lucia mi pediatra deberesLee cuentos con ellos, cuentos bonitos, cuentos divertidos, educativos, optimistas. Pero eso sí, has de utilizar todas las entonaciones que la historia requiera. Mis hijos a veces se ríen más por las payasadas que hago mientras intento poner voz a los distintos personajes que por la historia en sí. Apuesta segura para mi hijo de 8 años son los Futbolísimos de Roberto Santiago. ¡Le encanta! No ve el momento de parar. Hace unos días mis amigos de “AEIOU Coaching para padres” me regalaron Cuentos para sentir de Begoña Ibarrola, una auténtica joya; cada día intentamos leer uno. Muy recomendable.

Y por último, si alguno de tus hijos de manera repetida se lamenta de todo lo que ocurre a su alrededor, te propongo un truco. En mi casa tenemos una norma: Si se dice algo negativo, hay que compensarlo con tres cosas positivas.

  • Vaya rollo, mañana seguro que llueve y no podemos ir a patinar- dice mi hijo cruzándose de brazos.
  • Ehhhh! ¿Cómo sabes qué va a llover? ¿Has visto las noticias?- le contesto intentando peinar su flequillo.
  • No, pero últimamente tengo tan mala suerte que seguro que llueve- añade mirándose a los pies.
  • ¡Tarjeta roja! Ale, a decir tres cosas positivas.

Todos se ríen. Si el “enfurruñado” no decide empezar su tarea, lo hará su hermana:

  • Primera: Mañana seguro que hará un sol super guay y podremos ir a patinar.
  • Segunda- digo yo- además nos llevaremos un pic-nic para merendar y lo pasaremos genial.

Mi hijo, que no terminaba de aflojar el ceño, al fin añade con voz pícara:

  • Y tercera: A lo mejor llueve, pero si llueve, iremos al cine a ver Star Wars!

¡Conseguido!- pensé orgullosa.

 

Y si no sabes qué pedirle a los Reyes Magos aún, aquí te dejo una selección de los libros de inteligencia emocional que más me han gustado.

¡¡¡Feliz año!!!

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