¿Quién sabe la diferencia entre la envidia y los celos? – pregunté a mis hijos hace un par de noches mientras elegíamos el cuento que íbamos a leer.
Nunca imaginé que escucharía lo que escuché en voz de un niño aún…
- Celos es cuando tú tienes algo y no lo quieres compartir. Es tuyo. Y envidia es cuando lo que deseas es de otra persona y lo quieres para ti.
¡Toma ya! Había dado en el clavo. Me emocioné, sí, reconozco que me emocioné.
- Muy bien, cariño. ¡Muy bien! – le dije acariciándole el pelo y besándole la frente largo y sentido.
-
¿Creéis que sirven para algo estas dos emociones?
Entonces mi hija se adelantó:
- Solo para hacernos sentir mal.
Eso es. Tener envidia o celos nos hace sentir muy mal, son emociones que nos hacen daño. ¿Pero sabéis qué? Que también pueden herir a otras personas.
Es verdad- añadió mi hijo- El otro día vi en la tele a un hombre que había pegado a su mujer y la tuvieron que llevar al hospital. ¿Eso es por qué estaba celoso, mamá?
Es probable- le contesté apenada al reconocer el caso que comentaba y recordar que finalmente esa mujer, de la que nadie sabe su nombre, era la víctima número 6 en los apenas 40 días que llevamos de 2016.
La conversación se fue por los escabrosos derroteros que a los niños les encanta explorar y aunque el tema era delicado, encontré una gran oportunidad para hablarles de la violencia de género, del machismo y del maltrato.
De todo lo que hablamos me quedo con la última parte:
- Hija, que te cojan el móvil para leer tus mensajes, no es normal.
- Que entren en tu correo electrónico no es normal, de hecho, es un delito.
- Que te digan cómo te has de vestir y la ropa que te debes poner, no es normal.
- Que se enfaden por haberle dado un “me gusta” a la foto de un amigo, no es normal.
- Que no te dejen salir con tus amigas o con tus amigos, no es normal.
- Que tu novio o tu amigo te grite, te amenace o te ponga la mano encima, no solo no es normal, si no que podría ir a la cárcel por ello.
- Bueno, esto empieza a ser una conversación de chicas- interrumpió mi hijo haciendo el ademán de salir de la habitación.
No te equivoques, cielo. Ven aquí que esto también te interesa; lo mismo que le digo a tu hermana te lo digo a ti. Y además:
- Cuando tengas novia, será tu compañera. Tu igual. Ella aprenderá muchas cosas de ti y tú de ella.
- Tu “no” vale exactamente igual que su “no”.
- Su móvil es suyo, no tuyo, por lo tanto todo lo que ahí pone le pertenece solamente a ella. Lo mismo con su correo electrónico. A ella le pedirás lo mismo: respeto de tu intimidad.
- ¿Tu novia elegirá tu ropa?- le pregunté.
- Pues claro que no- me dijo riéndose.
- Pues exactamente igual para ella: Su ropa la elije ella como tú elijes la tuya.
- Si tu novia te dice que hagas algo que no deseas, que no quieres y que rechazas absolutamente ¿lo harías?
- Pues no.
- Pues entonces ya lo sabes: Nunca le pedirás que haga algo que ella no está dispuesta a hacer ni te enfadarás por su decisión.
- Y una última cosa: ¿Permitirías que tu novia te gritara, te insultara, te amenazara o incluso te pegara?
- ¡Pero mamá! Por supuesto que no- me contestó escandalizado.
- Pues con ella tampoco. Mírame a los ojos: Nunca, por nada del mundo, pegarás a tu novia como tú tampoco consentirías que ni ella ni nadie te pegara. ¿Lo comprendes?
- Lo comprendo. Y como tu móvil es el tuyo y el de papá es el suyo ¿qué te parece si me compras a mí el mío?
- Ja,ja,ja… Buen intento querido, pero no ha llegado el momento aún- le dije mientras me abalanzaba sobre él dispuesta a empezar una guerra de cosquillas.