¿Cuántas veces habré oído en urgencias la tan conocida…?
- Mi hijo tiene fiebre; le estoy alternando ibuprofeno y paracetamol cada 4 horas y no termina de bajar del todo.
Hemos hablado en varias ocasiones de la fiebre y su manejo. Para aquellos que necesitáis refrescar la memoria, aquí tenéis el artículo de “verdades y mentiras de la fiebre” que tantísimas visitas sigue generando… Y los que ya lo habéis leído ya sabéis que la fiebre en sí, no es mala; todo lo contrario; es un efectivo recurso de nuestro organismo para luchar contra las infecciones y “achicharrar” a los virus que entran en nuestro cuerpo; por lo que, si el estado general del niño es bueno, no conviene bajar persistentemente las temperaturas ya que de este modo favorecemos que los virus se sigan replicando y la enfermedad dure más días. A más temperatura corporal, menos virus; la fiebre es una excelente herramienta de control de las infecciones; sin embargo en cuanto bajamos la temperatura, los virus encontrarán las condiciones idóneas para seguir multiplicándose.
Pero a lo que vamos, alternar el ibuprofeno y el paracetamol ¿Por qué? ¿De dónde viene esta práctica tan extendedla entre padres y por qué no decirlo, entre pediatras también?
¿Cuándo os duele el estómago alternáis Almax y omeprazol cada 4 horas?
O si os duele la cabeza ¿tomáis ibuprofeno y paracetamol alternado cada 4 horas?
Bueno pues con los niños tampoco se debe alternar como práctica habitual, sumamos efectos secundarios, no ha demostrado mayor eficacia que si se utiliza uno solo y además no hay datos de seguridad disponibles de tal asociación.
Así que lo recomendable es utilizar un fármaco solo; preferiblemente paracetamol (cada 4-6 horas) por tener menos efectos secundarios; si no les gusta, porque cierto es que el paracetamol en jarabe sabe a rayos, podéis probar con el ibuprofeno cada 6-8 horas.
Solo en situaciones puntuales de fiebre elevada e importante malestar asociado, se puede recurrir a utilizar los dos, siempre de forma puntual y recomendado por vuestro pediatra.
Feliz verano y a seguir disfrutando del buen tiempo. ¡Ojo con las altas temperaturas que también pueden provocar subidas de temperatura o golpes de calor si lo llevamos al extremo, que nada tiene que ver con la fiebre de origen infeccioso.
¡A la sombra, un buen protector solar y agua bien fresquita cerca!
NOTA: Este post forma parte de “El gran libro de Lucía mi pediatra”, la guía más actualizada sobre la salud de tu hijo desde el nacimiento hasta la adolescencia incluida con más de 700 páginas.