Las convulsiones febriles es uno de los cuadros que más asustan a las familias y el principal motivo del temor a la fiebre.

“Vamos a bajarle rápido la fiebre no vaya a convulsionar”– os suena ¿verdad? Sé que asustan muchísimo. Lo sé. Pero ni debemos tener tanto miedo a las convulsiones febriles, ya que es una afección benigna, ni por bajarle la fiebre antes, evitaremos que convulsione.

Lo que debemos tener claro es qué es una convulsión febril, qué debemos hacer y cuál es su pronóstico.

¿Qué son las convulsiones febriles simples?

La convulsión febril es una respuesta del cerebro ante la elevación de la temperatura en la que el niño de forma repentina presenta movimientos bruscos de brazos y piernas, habitualmente con pérdida de conocimiento donde podréis observar que no responde a estímulos con una duración menor de 5 minutos. Eso sí, son los minutos más largos de tu vida.

La edad de presentación suele ser entre los 6 meses y los 5 años en niños sanos, sin enfermedades de base. Suelen aparecer en el primer día de la fiebre, antes incluso de que nos demos cuenta que el niño se está poniendo enfermo y generalmente, en el primer pico de fiebre.

En las convulsiones febriles simples, hablamos en todo momento de niños que no tienen una infección o inflamación del sistema nervioso central, que no tienen ningún problema metabólico y que no tienen historia previa de convulsiones sin fiebre y/o epilepsia. Es decir, un niño sano que hasta entonces no había presentado ningún problema.

¿Son muy frecuentes?

Sí; hasta un 5% de los niños las padecen.

¿Si yo he tenido convulsiones febriles, mi hijo tiene más riesgo de padecerlas? ¿Y si las tiene su hermano?

Sí. El riesgo es un 20% mayor cuando existe un hermano con convulsiones febriles y alrededor del 30% si ambos padres y un hermano la padecieron.

“En cuanto le sube la fiebre le doy paracetamol y así no convulsiona”

No. Dar de forma preventiva paracetamol no reduce el riesgo de convulsionar. Si está predispuesto a hacerlo, lo hará.

Cuando convulsiona ¿quiere decir que tiene una infección grave?

No. La presencia de convulsiones febriles simples no tiene nada que ver con la gravedad del proceso. Pueden convulsionar con un catarro o con una gastroenteritis sin importancia.

Si ha tenido una convulsión febril simple ¿puede volverle a ocurrir?

Sí, en un tercio de los casos repiten. Recuerda, normalmente en el primer día de la fiebre.

¿A qué edad desaparecen?

Habitualmente antes de cumplir los seis años ya no tendrán más episodios.

¿Tiene más riesgo de ser epiléptico?

El riesgo es ligeramente superior pero muy poco más. La probabilidad de desarrollar epilepsia tras una convulsión febril simple es de un 2% y de un 1% en el resto de la población.

¿Hay que hacerle pruebas?

Habitualmente no. Si cumple todos los criterios de convulsión febril simple no hace falta hacer electroencefalograma (EEG), ni analítica, ni punción lumbar salvo que se sospeche una infección en el sistema nervioso central como una meningitis, por ejemplo, o un trastorno neurológico que el pediatra valorará.

¿Necesita ser valorado por el neuropediatra?

Habitualmente en las convulsiones febriles simples, no. Confiad en vuestro pediatra quien os informará, os tranquilizará y resolverá todas vuestras dudas.

¿Puede tener secuelas?

No. Las convulsiones febriles simples son procesos benignos que desaparecerán como vinieron antes de los seis años de edad sin complicaciones.

¿Qué tengo que hacer si convulsiona?

Antes de nada, mantener la calma. Sé que es difícil. Sé que en ese momento eres presa del pánico, pero sobre todo si ya te ha pasado más veces, tranquilo. Todo va a salir bien. La inmensa mayoría de las convulsiones febriles simples, duran menos de cinco minutos, menos de dos incluso. Para cuando hayas pedido ayuda, probablemente ya ha cedido.

  • Quédate a su lado y si puedes, contabiliza el tiempo. Para nosotros, los pediatras, la duración de la convulsión es muy importante.
  • Asegúrate que no tiene ningún objeto en boca (chupete, juguete) para despejar la vía aérea.
  • Ponlo en posición de seguridad, de lado y apoyado sobre su costado.
  • Ve retirando la saliva con una gasa o pañuelo para despejar la vía aérea.
  • Nunca metas ningún objeto en la boca, ni un lápiz, ni un palo, ni mucho menos tu mano o tu dedo.
  • Una persona jamás se puede tragar la lengua: ESO ES UN MITO.
  • Si es la primera vez que le ocurre ve a un servicio de urgencias para que lo exploren. Probablemente cuando lleguéis el niño ya esté bien y no se le haga ninguna prueba, tranquilos.
  • Si ya os ha ocurrido más veces, en ocasiones se les da a los padres una benzodiacepina (rectal o bucal) para administrarla en el domicilio si la convulsión se prolonga o en casos seleccionados que vuestro pediatra valorará.
  • Tras una convulsión febril simple, el niño se recupera sin mayor problema en unos minutos, si por el contrario lo veis diferente, más adormilado o alterado o si tiene dolor de cabeza o vomita, consultad con un servicio de urgencias.

En resumen, las convulsiones febriles simples asustan mucho. El tiempo pasa lentamente y nuestra cabeza no para. ¡Es horrible! Pero nuestro papel como pediatras es tranquilizar a los padres, explicaros las veces que sean necesarias el proceso, la evolución y el buen pronóstico. Insistir en la benignidad del cuadro: se irán como vinieron. Y, sobre todo, desterrar todos los mitos que aun existen y que hacen tanto daño.  ¡Ánimo! No te olvides de repasar “mitos y verdades de la fiebre” aquí. 

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